Poderes de la Mente

Poderes de la Mente

El mago más famoso de la historia se llamaba Houdini y era conocido por su facilidad para escaparse de cualquier parte y en cualquier situación. Los que lo vieron actuar cuentan que era impresionante ver cómo se liberaba de cadenas y escapaba de diminutos sarcófagos.

Había un pueblo inglés cuyos habitantes eran muy desconfiados. Creían que la fama del mago era inmerecida y decidieron ponerlo a prueba.

Houdini aceptó el reto: debía escapar, en menos de sesenta minutos, de una cárcel que acababan de construir en la localidad. Era muy moderna y a prueba de fugas. A pesar de confiar en sus cualidades, el maestro del escapismo decidió entrar en la celda con un poco de ayuda extra… Vestido con ropa de calle, ocultó bajo su abrigo una varilla de acero flexible que utilizaba para abrir cerrojos. El carcelero que lo encerró no se dio cuenta.

El alcalde, su mujer, varios periodistas, el médico, los habitantes más

ancianos… todos estaban allí sin atreverse a respirar.

El gran Houdini había pegado su oreja al cerrojo y murmuraba palabras

mágicas. Pasaron diez minutos, media hora, cuarenta y cinco minutos… ¡y no sucedía nada!

El mago tenía la cara roja y sudaba a mares. Se negaba a rendirse a pesar de que las autoridades le instaban a ello. ¿Cómo iba a aceptar su derrota? ¡Él, que había conseguido escapar de un ataúd hundido en mitad del mar! ¡Él, que se había liberado de una camisa de fuerza del manicomio más seguro del país!

Pasó una hora. Una señora se mareó y un bebé empezó a llorar. El alcalde bostezaba y la maestra se había dormido de pie. El público tosía cada vez más.

El mago seguía luchando sin éxito para forzar la salida.

El reloj marcó las tres. ¡Habían pasado más de dos horas! Houdini decidió tomarse un respiro. Estaba agotado.

—Será cosa de un minuto —se excusó mientras se apoyaba en la puerta de su celda.

De golpe, esta se abrió y el mago cayó de bruces. El público estalló en carcajadas. Todo el pueblo sabía lo que el mago había sido incapaz de descubrir:

¡el carcelero no había pasado el cerrojo!

La puerta solo estaba cerrada en la mente de Houdini

Cuentos para quererte mejor – Alex Rovira Francesc Miralles

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