Ningún miedo
Ajahn Braham
Ningún miedo
Una noche, justo después del crepúsculo, estaba meditando solo en una de las últimas zonas de jungla natural que quedan en el noreste de Tailandia. Estaba oscureciendo, y el pueblo estaba a muchos kilómetros de distancia. Un monje puede estar muy tranquilo meditando muy lejos de la gente y rodeado solo por la naturaleza. Solo oía los sonidos nocturnos del bosque. Me sentía confortado por el zumbido tranquilizador de fondo, que conocía ya bien en aquella época, y pronto quedé en profunda paz.
Eso fue hasta que oí el sonido de un animal que se acercaba. La mayor parte de los animales de la jungla tailandesa son inofensivos. Pero había también tigres, osos y elefantes en aquel bosque. Todos ellos eran capaces de causar heridas graves a una persona, incluso de matarla. Se contaban historias espeluznantes sobre estos peligrosos asesinos. Los viejos lugareños me solían decir que los animales grandes habitualmente dejan tranquilos a los monjes, pero yo no estaba tan seguro. Imaginaba que los lugareños nunca habrían tenido noticia de aquellos monjes a los que los tigres, osos y elefantes no habían dejado tranquilos, ¡porque no vivieron para contar la historia de su muerte! Por lo que pudiera ocurrir, escuché con atención al animal que se acercaba en la oscuridad. Por el ruido, era solo una criatura pequeña y, por tanto, no tenía por qué preocuparme. Así que reanudé mi meditación.
El animal se acercó más y el ruido se hizo más fuerte. Me preocupé. Escuché atentamente, usé mi razón y me di cuenta de que había subestimado el tamaño de la criatura. Por la manera en que le oía moverse a través de la maleza de la jungla, sonaba como un animal de tamaño medio, tal vez una civeta. Pero eso no era nada por lo nuevo con mi meditación. que preocuparse, así que seguí de nuevo con mi meditación.
Entonces el ruido se hizo muy fuerte. Podría asegurar, por el crujido de las hojas en el suelo y el chasquido de las ramitas, que era un animal grande, incluso muy grande, ¡y que venía directamente hacia mí! Dejé de meditar. El corazón me palpitaba con fuerza. Estaba tan asustado que abrí los ojos, encendí mi linterna y empecé a buscar un tigre o un elefante o un oso. Estaba presto a echar a correr para salvar mi vida.
Tras unos pocos segundos, lo vi a la luz de la linterna. Era un diminuto ratón de campo.
Aprendí que el miedo magnifica las cosas. Cuando estás asustado, el sonido de un ratón se asemeja a un tigre que se acerca a comerse a un monje. El miedo hace que una pequeña enfermedad parezca el peor cáncer, y un sarpullido se convierte en la peste bubónica. El miedo hace todo mucho más grande de lo que es.
No te preocupes. ¡Enfádate si quieres! – Ajahn Brahm
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