«La Busqueda de la felicidad» Un artículo de Jose Ignacio Sanz

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Pero … ¿qué es la felicidad, y dónde se encuentra?

Existen tantas definiciones de felicidad como personas.
Cada una con su propia idea de lo que es “la Felicidad” y cómo conseguirla. Ideas incluso contradictorias. Cada persona tiene su propia definición y todas son correctas.

Tal es así porque cada definición de cada persona esta formulada desde su propio prisma,  desde el conjunto de aprendizaje, creencias, juicios, valores que conforman su propia realidad, su propio EGO. Y para ellos “eso” es su realidad, y ésa es su definición de felicidad.
Acumular determinado tipo de bienes materiales, alcanzar un status en su vida laboral, social, mejor salud, más dinero…etc, etc.
Sea lo que fuere, siempre es algo externo. Incluso si tu felicidad pasa por búsqueda de la realización espiritual o transformación interior, sigue siendo algo externo.

Porque, buscamos lo que no tenemos, lo que nos falta.
En esa “búsqueda” esta implícito la idea de que somos seres incompletos y que necesitamos “algo” para estar completos.

Por otro lado las leyes de la naturaleza nos dicen que todo en esta existencia es cambiante, que nada es estático, que todo fluye, que nada es permanente.
Es decir en el hipotético caso de que lográramos “eso” que denominamos felicidad, va a ser algo efímero, cambiante, impermanente. Durará más o menos pero antes o después desaparecerá. Porque esa es la naturaleza de todo lo manifestado en ésta realidad.
Con lo cual la búsqueda de la felicidad esta abocada al fracaso.

Enfocamos mal nuestra búsqueda: tanto qué buscamos, como dónde buscamos.
Somos desconocedores de nuestra propia realidad. Desconocemos quienes somos. No vemos la realidad tal cual es. Sino tamizada a través de nuestro EGO, de nuestras creencias, adoctrinamientos, juicios y valoraciones etc.
Solo mediante una verdadera compresión, solo eliminando todo lo que no somos llegaremos a desenredar en nudo gordiano de nuestro verdadero SER.

Ya en el frontispicio del Templo de Apolo, en el Monte Parnaso, hace 2500 años aparecía esta inscripción “Nosce te ipsum” (γνῶθι σεαυτόν) (conócete a ti mismo).
En todas las antiguas escuelas de conocimiento (escuelas de misterios), en todas tradiciones espirituales enseñan la misma idea. Buscar nuestro verdadero origen, conocernos a nosotros mismos.

Saber porqué y para qué estamos aquí. Y entender que todo lo que nos pasa tiene un fin en sí mismo. Que nada ocurre al azar. Qué no debemos evitar los acontecimientos, que están ahí para aprender.
Entender que cada cosa que nos sucede es para nuestro aprendizaje, que experimentamos para aprender y evolucionar.

La propuesta por tanto no es la búsqueda de la felicidad como fin en sí mismo.
Sino conocer quienes somos, desenredar nuestro verdadero Ser y nuestro Ego.
Comprendiendo las leyes de la naturaleza en esta existencia y las leyes del Ser en la trascendencia. El Ser es UNO y único, no necesita buscar nada ajeno a él, porque él es armonía perfecta, felicidad infinita, amor eterno, gracia plena.

Pero antes de nada, lo primero que debemos hacer es conocernos, comprendernos, observarnos.
Qué motivaciones están detrás de cada acto verbal y corporal, de cada emoción, de cada pensamiento, de cada deseo. Porque busco ésto y rechazo aquello.
Si observamos atentamente veremos nuestro grado de mecanicidad, veremos que estamos totalmente “programados” para hacer, sentir y pensar.
Que nuestro ego sólo busca la repetición de una sensación agradable. Lo que nos agrada lo deseamos, lo que nos desagrada lo rechazamos.
Que tenemos multitud de egos, dependiendo de qué experiencia de vida tenemos en ese instante. Que nuestro “deseo” nunca se vera satisfecho porque en esa búsqueda de la repetición de la sensación agradable siempre se quiere mas… y mas. Que la única manera de desenredar esto es mediante la comprensión de éstos mecanismos. Que la represión, psicológicamente hablando solo lleva a cambiar de “programas”, pero nunca a la comprensión.

Pero todo ésto es mas bien parte de otro artículo.

Pd. No espero ni deseo que nadie este de acuerdo conmigo. Ni confrontar, ni convencer. Solo pretendo expresar en este espacio, otra manera de ver la realidad.

Jose Ignacio