Gaia y el valor del descanso

La Madre Tierra es una maestra brillante y ella se nos muestra constantemente, pero, al parecer Gaia tenía una sensibilidad especial  para aprovechar sus enseñanzas y así irse convirtiendo en una niña muy sabia a sus cortos años.

Lógicamente que en este camino, contaba con  ayudantes maravillosos que
le ayudaban a descifrar muchas cosas que a veces saltaban delante de sus
ojos  como grandes descubrimientos y que le serían útiles para toda la vida: su familia.

Aun con toda esa sabiduría, pasados algunos meses le era difícil a la pequeña ajustarse a la llegada de su  hermanito Inti. José y María se daban cuenta que la pequeña trataba de todas las formas de llamar la atención, sobre todo de María

 
– José, me estoy sintiendo un poco cansadita. Inti  absorbe gran parte de mi tiempo y atención y cuando creo que voy a poder descansar un poquito porque el bebé se durmió, viene Gaia y quiere que juegue con ella, que le cuente cuentos, que salgamos juntas a caminar. ¿Tú crees que ella entenderá si le digo que estoy cansada y que quiero estar tranquila un poco? – Preguntó María, aprovechando uno de los pocos instantes durante el día en que los dos hijos estaban descansando.

  
– María, yo creo que no está siendo nada fácil para nuestra hija acostumbrarse al hecho de tener un hermanito. Antes tenía toda nuestra atención y ahora ella comprende que estamos multiplicando nuestro tiempo, cariño y cuidados. No te preocupes, mañana voy a conversar con ella – Dijo José, lleno de comprensión y ternura mientras acariciaba los cabellos de María. Él no sabía si ella había escuchado o no lo que él había dicho, pues cuando termino de hablar, ella ya dormía.

Al día siguiente, muy temprano, antes del día amanecer, José se levantó y fue hasta el dormitorio de Gaia y la despertó.

  
 Vamos, despierta, tenemos muchas cosas que hacer – dijo mientras le hacía cosquillitas en la barriga.

  
– Papá, es muy temprano y estoy con mucho sueño, déjame dormir.

    – ¡No! Tenemos muchas cosas que hacer. Vamos, vístete que yo te ayudo.

El papá cogió la ropa de Gaia y la ayudó a vestirse mientras ella no acordaba muy bien todavía. La llevó al baño le lavo la cara, la peinó, le cepilló los dientes con mucha delicadeza y cariño, todo esto mientras ella despertaba poco a poco.

     ¡Vamos a tomar desayuno!

  
– Papá estoy con sueño, déjame dormir ¡por favor!

  
– Vamos Gaia- dijo el padre mientras le preparaba una taza de leche, le cortaba algunas frutas y le tostaba un pedazo de pan – Aliméntate bien, pues el día será muy largo.

Ya un poco más despierta, Gaia y su padre salieron de la casa cuando los primeros rayos del sol estaban clareando el día y fueron hasta el gallinero. Gaia se dio cuenta de que no había el ruido habitual, que se escuchaban pocos cacareos y que el gallo ya había empezado a cantar.

    – ¡Te das cuenta papá! hasta las gallinas están durmiendo y yo estoy aquí contigo.

 
  
¡Vamos a ver los otros animales!- exclamó el papá animado.

Y así lo hicieron sin encontrar gran movimiento, pues apenas estaba comenzando el día. Las vacas, los caballos, los puercos y los otros animales estaban comenzando lentamente a despertar.

  
 ¡Vamos a ver las plantaciones! Dijo el papá mientras caminaba animado

   – Papá, estuvimos ayer allá, ¿Qué puedo ver de nuevo?

   – ¡Siempre hay algo nuevo!  Nunca se ve dos veces la misma cosa, nada es nunca igual ¡Todo cambia! Hija mía, la Madre Tierra siempre nos sorprende, pero no todas las personas consiguen ver los regalos que ella nos da. Para algunos simplemente un día es igual a otros tantos, para otros pocos ella siempre hace nuevas todas las cosas- Gaia no dijo nada, pero nunca se olvidó de estas palabras de su padre.

Llegando a la plantación José se sentó delante de una parte de la tierra que no estaba siendo cultivada. Mientras las otras partes del suelo habían sido sembradas y producían frutos, esta 
porción de tierra sólo recibía los cuidados diarios de José. La pequeña también se sentó, sin entender muy bien lo que pasaba.

    ¿Te das cuenta que esta tierra no fue plantada y por lo tanto este año no dará frutos?-  preguntó José.

   – Papa, no has plantado nada en ella, sin embargo, me recuerdo que el año pasado en este pedazo de tierra plantamos zanahorias y fue muy generosa con nosotros

   – ¡Muy buena memoria Gaia! no porque esta tierra no esté plantada es que no está produciendo, ella no dará frutos para nosotros, pues toda su fuerza y vitalidad son para ella misma. Así como ella fue muy generosa con nosotros el año pasado, con todo el respeto y cariño yo la estoy cuidando este año. Algunos vecinos que miran esta tierra sin producir, la ven como inútil. ¡No existe eso! toda tierra es absolutamente necesaria. Esta tierra durante este año está descansando.

El próximo año vamos a plantar en ella otra cosa, no zanahorias y otra parte de la tierra va a descansar. No sé si te has dado cuenta, pero es este pedazo de tierra el que más cuido, al que más tiempo le dedico, el que abono con más cuidado.

– Nunca había pensado de esa forma papá, entonces ¿la tierra necesita descansar?- preguntó Gaia.

– No sólo la tierra, respondió José, todo y todos necesitan descansar conforme su necesidad. No se trata de un tiempo perdido, de un tiempo inútil es un tiempo de preparación. Conseguimos trabajar y vivir con salud si cuidamos de nuestros momentos de descanso. Uno de esos momentos importantes es en el que dormimos.

– ¡Entendí! Por eso tú y mamá me hacen ir a dormir temprano y no me dejan quedarme despierta hasta tarde, para que así pueda descansar bien… ¡y por eso hoy me despertaste temprano, para que viese cómo es importante dormir y que toda la creación también tiene su tiempo de descanso!

-¡Exactamente pequeña!- dijo el papá, satisfecho con las respuestas de Gaia- ahora déjame preguntarte ¿Cómo crees que está siendo el descanso de tu mamá?

La niña se detuvo a pensar por algunos instantes y luego respondió

– Creo que ella no está descansando mucho, pues continua con todas las actividades que ya tenía y ahora está multiplicando su tiempo, amor y dedicación para cuidar también de Inti. Creo que ella debe estar un poco cansada.

– Tú no lo sabes, pero cuando eras un bebé despertabas llorando varias veces por la noche y demorabas bastante para dormir de nuevo. Entonces tu madre también despertaba e iba a cuidarte hasta que durmieses de nuevo.

Cuando tus dientes estaban naciendo me recuerdo que varias veces tu mamá pasó gran parte de la noche despierta, pues te incomodaban mucho. Con tu hermanito no está siendo diferente.

 
¿Cómo puedo colaborar para que mamá pueda descansar? Yo trato de cuidar a mi hermanito y ayudar en lo que puedo.

 
Pequeña, yo creo que tanto tú como yo debemos colaborar para que tu madre pueda descansar más y mejor. Hoy has aprendido sobre la importancia del descanso, has entendido que es un tiempo de preparación, de reposición; es el momento donde recuperamos nuestras fuerzas para poder servir más y mejor.

 Vamos a hacer lo siguiente; siempre que Inti esté quietecito o durmiendo vamos a ayudar a que mamá pueda descansar; tratemos de dejarla solita y en silencio. Es una forma de demostrarle cuanto la amamos.

– Papito, sé que algunas veces no he dejado a mamá descansar lo suficiente, pues cuando Inti duerme yo quiero que ella sea solo para mi, entonces le pido que juegue conmigo, que me lea historias o que salgamos a pasear.

– Mi amor, ella no será sólo para ti, tienes que multiplicar ¿Te recuerdas? Aprende con la generosidad de la Madre Tierra que se multiplica para todos. Vamos a hacer un trato: cuando mamá esté descansando puedes ir donde yo esté, 
que te contaré historias y jugaremos juntos. ¿podemos hacerlo de esta forma?

– ¡ Claro que sí papa! ¡Me gusta mucho estar contigo! ¿Puedo ayudarte hoy en tus labores?

– ¡Claro que sí hijita! ¿Vamos?

 

– ¡Vamos! – Y fueron juntos a trabajar hasta la hora del almuerzo. No le contaron nada a María sobre lo que había pasado.

 

A partir de ese día Gaia fue más consciente y respetuosa del tiempo de descanso de los otros y del propio; entendiendo, por ejemplo, la importancia de tener una buena noche de sueño. María, por su parte, se dio cuenta de que algo había cambiado.

 

Fuente: http://uncuentoacadadia.blogspot.com.es/2015/04/gaia-y-el-valor-del-descanso.html

Publicaciones Similares

Deja un comentario